lunes, 30 de diciembre de 2013

Repaso a mis lecturas del 2013

      El año se acaba y si por algo se caracterizan estas fechas, además de por el exceso de comida, alcohol y ñoñería, es por ese deseo incontrolado de hacer balance sobre lo que se ha hecho o sufrido durante los últimos doce meses. Aplicado a la lectura, este deseo se traduce en muchas ocasiones en la elaboración de Tops (5, 10 o 12) en los que se recomienda y/o comenta los mejores libros que uno ha leído durante el año que termina, y lo cierto es que yo también me propuse hacer algo parecido; sin embargo, a la hora de abordar semejante empresa, reconozco que me he sentido incapaz de ensalzar unas lecturas sobre otras, por lo que finalmente he decidido limitarme a hacer un repaso general de todos los libros que han pasado por mis manos durante estos meses (incluyendo cuando corresponde los enlaces a las reseñas que ya he escrito sobre algunos de ellos).

      En total, he leído 32 libros durante el año 2013 (algunos me han acompañado durante uno o dos meses, otros me los he ventilado en un día), y si tuviera que destacar una característica de mi actividad lectora durante este año, ésa sería sin duda mi inmersión en la literatura nacional más "joven" y "de género" (terror, pulp, ciencia ficción...), gracias a la decidida actividad de editoriales también jóvenes como Dlorean Ediciones, Tyrannosaurus Books, Editorial Universo o Kelonia Editorial (por mencionar aquellas de las que he leído libros este año, pero que no están ni mucho menos solas en esto). Y es que si el año pasado comencé a darle una oportunidad a este tipo de literatura autóctona con las antologías Actos de Venganza (de Tony Jiménez) o Arkham, ambas publicadas por Tyrannosaurus Books, este año he leído nada menos que 18 libros (más de la mitad del total) susceptibles de ser marcados con esta etiqueta. No está nada mal, sobre todo teniendo en cuenta que en dos casos, no sólo me he limitado a comprar y leer estos libros, sino que además he favorecido su publicación gracias al sistema de crowdfunding organizado por la página de Verkami, motivo por el que tanto la antología Érase una veZ de Kelonia Editorial como La Frati Nigra del autor Lem Ryan llevan impreso mi nombre como uno de los numerosos microfinanciadores que las han hecho posibles (motivo de orgullo para mí, cómo no).

     Sin alejarme de la producción de autores nacionales, este año 2013 ha supuesto para mí el descubrimiento del pulp y el steampunk, un multigénero y subgénero respectivamente, que apenas había probado anteriormente, y de los cuales he catado suficientes (y sabrosas) muestras durante estos últimos meses. De esta forma, y en lo que al pulp se refiere, he podido disfrutar con la primera novela de Miguel Ángel Naharro, La Maldición de la Diosa Araña y la antología Action Tales, ambas publicadas por Dlorean Ediciones, mientras que mi "estreno" con el steampunk ha venido de la mano de otras dos antologías, Ácronos (Tyrannosaurus Books) y Steam Tales, además de la novela La Máquina del Juicio Final de Raúl Montesdeoca (estas dos últimas de Dlorean Ediciones); un "estreno" más que satisfactorio que me ha animado a pillarme recientemente otra novela enmarcada dentro de este subgénero que ya reseñaré en su momento. ¿Y de ciencia ficción más clásica? Pues también he tenido la oportunidad de leer un par de libros autóctonos de este tipo: El Columpio Negro de Lluís Rueda (Tyrannosaurus Books) y Panteón de Carlos Sisí (Minotauro), ambos muy recomendables aunque compartan, a mi ver, un mismo defecto: el último tercio de la novela, aunque correcto, no está del todo a la altura de los dos tercios anteriores, sobresalientes en mi opinión.

      A continuación, toca mencionar mis lecturas hispanas de género de terror o sobrenatural, sin duda muy bien representadas en la lista de este año. Para empezar, ahí han estado las dos primeras novelas de Tony JiménezCinco Tumbas sin Lápida y Drácula vs La Momia: Batalla por Chicago, ambas publicadas por Tyrannosaurus Books, y aunque con enfoques (y propuestas) muy diferentes, igualmente disfrutables; y como segunda entrega de esa línea Monsters Unleashed lanzada por esta editorial (la primera fue el Drácula vs La Momia ya mentado), la segunda novela de Miguel Ángel NaharroDrácula y los Crímenes de Jack el Destripador, todo un divertimento sangriento con sus toques steampunk. Aparte, también he disfrutado con la lectura de la ya mencionada La Frati Nigra, muy bien acompañada por esas otras dos novelas cortas de Lem Ryan que han sido publicadas a raíz del mismo proyecto de crowdfundingKatham y las Sombras del Caos y Cazadores de Vampiros. Y finalmente, y adscritas como las anteriores al género sobrenatural, mencionar también lo mucho que me han gustado tanto El Camino de Baldosas Amarillas de Juan de Dios Garduño (aunque tal y como decía anteriormente sobre El Columpio Negro y Panteón, pienso que la recta final del libro no hace justicia a sus magníficas páginas previas) como la juvenil Olantern, Recolectores de Almas de Jeremías de Manuel (Editorial Universo).

      ¿Algún otro libro de autores "nuestros" que haya leído en 2013? Pues sí, dos más que no he llegado a encajar en los anteriores apartados: Los Caídos de Magnus Dagon, que recopila todas las entregas de este cómic/serial/novela por entregas que ya había ido apareciendo previamente en el blog de su autor, y La Musa. Novela de una Obsesión de Enrique Cabrera Cebrero, que caería dentro de los límites del género negro, aunque con un enfoque muy particular.

     Muy bien, pues hasta aquí los libros nacionales de este año, que como ya decía han sido muchos, pero no los únicos que me han acompañado en mis largas horas de transporte público para ir y volver del trabajo (el tren y el autobús son mis espacios predilectos a la hora de devorar libros). Por ejemplo, en 2013 he leído las últimas novelas de Dan Simmons, autor que venero desde que descubrí sus sagas de Hyperion/Endymion e Illyon/Olympo (auténticas maravillas de la ciencia ficción -Endymion no tanto, pero dejémoslo así-), y que en los últimos tiempos parece decantarse más por el género histórico aunque con toques sobrenaturales; estas novelas han sido El Terror y La Soledad de Charles Dickens (titulada simplemente Drood en su versión original). Mientras que la primera me ha encantado y no se me ha hecho pesada en ningún momento a pesar de su extensión y pasajes más descriptivos (recomiendo su lectura sin reservas), la segunda ha sido harina de otro costal: no la considero mala y se lee razonablemente bien, pero me ha decepcionado un poco. Y ya que hablamos de novelas cuya acción transcurre en el siglo XIX, señalar que este año he leído otros dos libros de la misma época, escritos por un autor no precisamente contemporáneo de Simmons: hablo de Edgar Allan Poe y de su Narración de Arthur Gordon Pym y The Complete Poetry of Edgar Allan Poe (en versión original). La primera resulta quizá algo densa, y no alcanza los niveles de excelencia que puedan hallarse en sus Cuentos, pero en cualquier caso, una buena novela; la segunda... vale, lo admito: la poesía de Poe en su idioma natal me ha resultado realmente difícil de seguir, así que al final me limité a leer los poemas más famosos (The Raven, Annabel Lee...) y dejé pasar el resto; pero oye, si alguien controla el idioma hasta el punto de poder leerlo entero sin problemas, totalmente recomendable.

      Este año también he leído libros "de cine", destacando el apabullante (por la cantidad de información que incluye) pero no por ello menos fascinante Cómo se hizo Blade Runner: Futuro en negro de Paul M. Sammon. Una auténtica pasada que es imposible que te deje duda alguna sobre todo lo que rodeó a la adaptación de la novela de Philip K. Dick; y ya que menciono a este autor, aprovecho para apuntar que otro de mis libros del 2013 ha sido Fluyan mis lágrimas, dijo el policía, donde Dick quizá no esté tan brillante como en Ubik o El hombre en el castillo, pero en cualquier caso me ha gustado mucho. Pero estábamos hablando de libros "de cine", y de este tipo también he leído Las réplicas más divertidas del cine de Jean-Claud Brialy, cuyo título no lleva a engaño y principal virtud es que te deja con muchísimas ganas de ver (o revisitar) infinidad de clásicos cinematográficos. Por último, incluyo también en este apartado Los niños del Brasil de Ira Levin que tuvo una exitosa adaptación hace una buena cantidad de años, y cuyo principal defecto, en mi opinión, es que la mayor sorpresa que esconde su argumento no resulta nada sorprendente a estas alturas, pero en fin, si uno consigue hacer un ejercicio de abstracción, y se pone en el lugar de un lector que leyera esta novela hace unos cuarenta años, seguramente valorará de forma más adecuada lo que debió de suponer entonces.

      Seguidamente, toca mencionar dos decepciones: El Último Deseo de Andrzej Sapkowski, primera entrega de la aclamada Saga de Geralt de Rivia y que a mí me ha dejado más frío que un pez, y la antología de relatos de Neil Gaiman, El Cementerio sin lápidas y otras historias negras, que no es que esté mal del todo, pero desde luego no es imprescindible. Ambos se dejan leer y también olvidar.

      Y para terminar, hablemos de libros "serios" (de ésos que puedes mencionar en una charla con gente culta sin temor a que te señalen gritando: ¡friki!). De éstos, han caído en mis manos Libertad de Jonathan Franzen, que realmente se merece todas las críticas positivas que acumula (una auténtica pasada de libro); Tokio Blues de Haruki Murakami, primer y probablemente último libro que leo de este autor, porque no me ha gustado nada (la sobreexposición de vida interior de sus personajes ha podido conmigo); Orlando de Virginia Woolf, en este caso una relectura, así que sabía que iba sobre seguro (con esta autora uno siempre va sobre seguro, de todos modos); y Pedro Páramo y El llano en llamas de Juan Rulfo en un único volumen, que también he disfrutado mucho (la novela ya la había leído hace años, pero la recopilación de cuentos ha sido todo un descubrimiento).

      Y hasta aquí hemos llegado, amigos. En realidad, podrían haber sido 33 libros si hubiera concluido ya las cien páginas que me faltan para terminar El viento por la cerradura de Stephen King (una novela perteneciente a la Saga de la Torre Oscura), pero como estos días no he podido ni acercarme a ella, tendrá que entrar en la cuenta del 2014 (eso sí, por lo que llevo leído la recomiendo sin dudarlo).

      Espero no haber aburrido a nadie en demasía con esta entrada (si es que aún queda alguien ahí leyendo este texto). Sólo me resta despedirme confiando en que pasen ustedes un 2014 de lo más interesante... ¡leyendo libros!

viernes, 20 de diciembre de 2013

La Tercera Vía & Escenas de Matrimonio (Action Tales)

      El Umbral de la Noche es una serie de la Línea Arkham House de la sección Encrucijada en Action Tales que cuenta con nada menos que 26 números y un anual en su haber, y que ofrece todo tipo de relatos de terror y género fantástico. Una serie por la que han pasado una buena cantidad de autores (la mayor parte de sus números recogen hasta dos relatos cada uno), yo mismo incluido, con las que han sido las únicas historias no-fanfiction que he escrito para Action Tales.

      De esta forma, en El Umbral de la Noche #11 publiqué dos mini-relatos bajo el título común de Dos consideraciones sobre el sentido, que dicho sea de paso, creo que no han envejecido demasiado bien; y poco después, en El Umbral de la Noche #13, otros dos relatos con los que sí que sigo muy contento a día de hoy, y que de hecho suelen ser los primeros que dejo a cualquiera que me pide leer algo escrito por mí: La Tercera Vía y Escenas de Matrimonio.

      A continuación, incluyo el principio de La Tercera Vía, que como quizá descubráis, da comienzo con un pequeño homenaje a uno de mis libros favoritos, La señora Dalloway de Virginia Woolf, parafraseando su famoso: "La señora Dalloway decidió que compraría las flores ella misma".

      Con todos ustedes, La Tercera Vía:

      La señora Halloway decidió que compraría las chirimoyas ella misma.
    Así que ni corta ni perezosa, saltó de la cama con una energía impropia de su edad; con tan mala suerte, que tropezó con el orinal que reposaba junto a sus zapatillas, y fue a dar de cabeza contra la esquina del tocador.
     Lamentablemente, murió en el acto.
    -Qué forma más estúpida de morir –reflexionó en alto para sí misma, observando su cuerpo caído sobre el suelo del dormitorio. Si bien es cierto que no tiene mucho sentido decir que reflexionó en alto para sí misma, cuando: 1) estaba muerta, y 2) los muertos no hablan en alto (en todo caso, cuchichean).
    Valga decir entonces, que el espectro de la señora Halloway pronunció estas palabras en lo que ella pensaba que sería un volumen alto, a pesar de que no llegó a abrir la boca siquiera.
    -Ninguna muerte es estúpida, si llega en el momento oportuno –sentenció una voz masculina a su espalda (espalda espectral).      
     Con cierto sobresalto, la recién fallecida se volvió hacia el origen de la voz encontrando, con no poca sorpresa, a una pareja de jóvenes elegantemente vestidos con trajes oscuros, muy sobrios, como de empleados de una funeraria.
    -¿Quiénes son ustedes? ¿Y cómo han entrado en mi casa? –preguntó con suspicacia, sin pararse mucho a pensar en lo ridículo que resultaba preocuparse por aquellas cuestiones en su actual situación.
     El hombre, de pelo moreno y rasgos poco definidos, sonrió antes de contestar, mostrando dos hileras de lo que parecían ser pequeñas piezas de porcelana.
     -Estimada señora… -.
   -…Halloway –apuntó su compañera en un susurro, tras hojear una diminuta libreta que llevaba guardada en el bolsillo de la chaqueta.
    -Señora Halloway, por supuesto –afirmó el otro con rotundidad. –Permítame que le entregue nuestra tarjeta-.
   La desconcertada mujer-espectro recibió de manos del joven una tarjeta rectangular de material flexible, similar al cuero, y color verde oscuro. En ella, pudo leer las siguientes frases escritas con letras doradas:
     “Ni Cielo, ni Infierno”. “Otro no-mundo es posible”. “Elija la Tercera Vía”.
    La señora Halloway giró la tarjeta, buscando en el reverso una posible explicación al texto. Al no hallarla, alzó de nuevo la vista hacia aquel hombre tan extraño, que la estaba importunando en un momento que, sin duda, se prestaba a otro tipo de encuentros y ceremonias.
     -¿Le importaría explicarme que significa esto, caballero?-.

sábado, 14 de diciembre de 2013

"La Frati Nigra" + "Katham y las Sombras del Caos" de Lem Ryan

      Como resultado de un proyecto de crowdfunding mediado por Verkami, llega hasta nosotros La Frati Nigra, nuevo trabajo de Lem Ryan que viene acompañado por otras dos novelas cortas editadas en el clásico formato bolsilibro, las cuales se ofrecían como recompensas de esta exitosa empresa de microfinanciación. Mientras que una de ellas es la reedición de Cazadores de Vampiros, novela publicada originalmente durante nuestros añorados años 80, la otra, Katham y las Sombras del Caos, se presentaba como una continuación de la mismísima La Frati Nigra, a pesar de no tener a priori demasiado en común con ella. Y bueno, antes de que se me olvide, indicar que todas estas novelas pueden adquirirse sin ninguna dificultad a través de la tienda virtual del propio autor.


      La Frati Nigra fue anunciada desde un principio como "la novela definitiva sobre el Necronomicón", y si esto no es marcarse una meta ambiciosa no sé qué más puede serlo. Y es que efectivamente, como ya podréis suponer, se trata de un libro enmarcado dentro de los Mitos de Cthulhu, si bien desde una perspectiva que busca distanciarse de la ficción establecida por H.P. Lovecraft y demás autores continuadores de su obra, revelando toda la verdad oculta en aquellas novelas y relatos.

      El planteamiento del libro es del tipo Código Da Vinci (o eso creo, porque confieso no haber leído la novela de Dan Brown), mezclando realidad y ficción a partes iguales hasta confeccionar un entramado sorprendentemente consistente que hace encajar multitud de datos históricos, literarios, mitológicos y religiosos, hasta conseguir "venderle" al lector  la existencia de un Necronomicón real que habría inspirado a Lovecraft a la hora de introducir ese libro maldito en su obra. Un trabajo de recreación más que notable por parte de Lem que sin embargo no lastra la novela con su todo su peso (error que cometen algunos autores, tan encantados con lo ingenioso de sus propuestas que se olvidan de que lo importante en toda historia siempre serán los personajes y las cosas que les ocurren). Y es que el autor nos revela poco a poco conforme avanza la novela todos los misterios que rodean a este libro, así como su conexión con diversos acontecimientos del pasado, pero siempre de forma dosificada y evitando extenderse más de lo recomendable.

      En cuanto al argumento, no voy a destripar nada, pero sí que puedo decir que tras enganchar irremediablemente al lector con sus primeras páginas, se desarrolla después con un ritmo perfecto que mueve a los personajes con maestría, siguiendo una estructura argumental ideal para cualquier historia de intriga: mientras lees nunca sabes qué es lo que puede ocurrir a continuación, pero una vez que ocurre y miras hacia atrás, te das cuenta de que no podía haber sucedido de otra manera. Me ha encantado, la verdad, pero a pesar de ello me voy a permitir hacerle una pequeña crítica negativa: al encarar la recta final, cuando la acción pasa de estar circunscrita a un solo lugar para lanzarse a un viaje frenético de un sitio a otro, pienso que se pierde algo de ese ritmo tan medido que estaba caracterizando el desarrollo argumental hasta ese momento; al leer esas páginas me ha dado la impresión de que el escritor tenía algo de prisa por llegar al final, y pienso que se echa de menos un poco más de calma a la hora de preparar la traca definitiva.

      ¿Y el estilo de escritura de Lem Ryan? Pues perfecto para este tipo de historia, en mi opinión. Dinámico pero al mismo tiempo detallado cuando resulta necesario crear una buena atmósfera. Un estilo depurado que junto con el ritmo impuesto a la novela, demuestra la profesionalidad de un autor con numerosas novelas de aventuras, ciencia ficción y terror a sus espaldas.

       ¡Pero no se vayan todavía que aún hay más!, porque después de concluir la lectura de La Frati Nigra me he arrojado sin más dilación sobre Katham y las Sombras del Caos, la novela corta acompañante cuyo comienzo solapa con el final de la primera (ampliándolo de forma harto placentera para el lector), para después seguir su propio camino mientras ata algunos de los cabos sueltos que deja aquella. Una continuación perfecta, en cuanto que no resulta imprescindible si uno se limita a leer La Frati Nigra, pero que mejora enormemente el conjunto si decide darle una oportunidad.


      Katham y las Sombras del Caos recupera a un personaje tipo Conan cuyas aventuras siempre han transcurrido en un lejano pasado, y que ya había protagonizado al menos una novela anterior de Lem (La Espada de Katham, disponible en formato digital en Amazon), y que por obra y gracia de nuestro autor, en esta novela afronta el reto de apechugar con las consecuencias de La Frati Nigra (que tiene lugar en nuestro presente, por si antes no lo he dejado claro). Y una vez más, poco puedo objetarle a esta historia que se adscribe sin complejos al género fantástico puro y duro (la novela a la que acompaña es mucho más comedida en este sentido), en una historia rápida y de corta extensión que va al grano desde el principio y no defrauda en ningún instante a lo largo de sus apenas cien páginas. Una historia con grandes momentos Lovecraft que no dejarán indiferente a ninguno de los numerosos amantes de Cthulhu, donde la diversión mezclada con el terror ultraterreno están más que garantizados.

      ¿Conclusión de conclusiones? He disfrutado muchísimo con la lectura de ambas novelas y sin duda recomiendo su lectura a todo el mundo (un perfecto regalo navideño, por ejemplo).

      Y bueno, para terminar esta reseña quiero señalar (y subrayar) que las ilustraciones de Jose Baixauli para estos dos libros (y para Cazadores de Vampiros también) son realmente magníficas, como suele ser costumbre, y ya que estoy os recomiendo vivamente que disfrutéis con el arte de este artistazo (si es que aún no lo conocéis), por ejemplo en su propio blog.

sábado, 30 de noviembre de 2013

"Drácula y los Crímenes de Jack el Destripador" de Miguel Ángel Naharro

      Tras La Maldición de la Diosa Araña, publicada por Dlorean Ediciones a finales de 2012, nos llega ahora la segunda novela de Miguel Ángel Naharro, editor en jefe de la página de fan-fiction Action Tales y autor de varios relatos incluidos en diferentes antologías que han ido apareciendo durante los últimos dos años. Drácula y los Crímenes de Jack el Destripador es a su vez el segundo título publicado por la editorial Tyrannosaurus Books bajo el sello "Monsters Unleashed", que junto a Drácula vs. La Momia: Batalla por Chicago, ha servido de carta de presentación para esta nueva línea que reivindica a los monstruos más clásicos del cine y la literatura con nuevas historias que los sitúan en entornos poco habituales.


      Pues bien, en esta novela Miguel Ángel nos ofrece exactamente lo que promete: una trepidante historia de acción plagada de vampiros, con sus moderadas dosis de gore y erotismo para aderezar el conjunto, en la que el autor apenas nos da un respiro durante sus muy bien ajustadas doscientas treinta y tantas páginas. Una historia argumentalmente sencilla pero muy bien estructurada, cuyo ritmo no decae en ningún momento mientras mueve a sus personajes con soltura hasta alcanzar el ansiado clímax final.

      ¿Puntos fuertes de la novela? Se lee en un suspiro, engancha y resulta tremendamente entretenida. Los personajes se ajustan como un guante a los papeles que les toca representar, y aunque su desarrollo no excede los límites que impone una historia en la que la acción es la auténtica protagonista, están perfectamente trazados y actúan con total coherencia. Por otra parte, la manera en que se introduce a Jack el Destripador me ha parecido realmente brillante, consiguiendo Miguel Ángel que su reunión con Drácula en una misma historia resulte tan creíble como lógica; y es que nadie podrá negar que el enfrentamiento entre ambos esté más que justificado cuando llega el momento de cruzar sus caminos.

      ¿Más cosas que me han gustado? El hecho de que el autor englobe esta novela en su universo particular al introducir en ella ciertos elementos que la conectan con otras historias anteriores, aunque de forma tan bien planteada que si el lector no los identifica por no haber leído previamente esas historias, no va a echar en falta nada; quede claro que la novela constituye una lectura completamente autónoma.

      ¿Y el estilo de escritura? Sencillo y muy directo; sin florituras o estructuras gramaticales enrevesadas que puedan ralentizar el ritmo de la novela. Miguel Ángel tiene muy claro el tipo de historia que está contando y sin duda emplea el estilo más adecuado para ello: la lectura resulta ágil, permitiendo así seguir esta aventura con la misma rapidez con la que se suceden los acontecimientos. Sin embargo, y aquí introduzco mi primer comentario negativo, precisamente por buscar esta agilidad en la lectura, el autor incurre en un hábito poco correcto, en mi opinión: el exceso de puntos y aparte, o lo que es lo mismo, la subdivisión del texto en numerosos párrafos, muchos de ellos constando de una única oración. Porque vale que los párrafos excesivamente largos puedan transmitir la sensación de densidad informativa y afecten a esa agilidad que se pretende conseguir, pero aún así, creo que hay unos límites (y reglas) que deberían respetarse a la hora de construirlos, y como ya digo, pienso que Miguel Ángel abusa de la subdivisión en párrafos muy cortos.

      Y bueno, ya que menciono aspectos negativos que he encontrado en esta novela, comentar que aunque la introducción de elementos steampunk en la misma resulta curiosa y llama la atención (positivamente), una vez concluida su lectura me ha quedado la sensación de que realmente no aportan nada a la historia, y aunque desde luego no molestan (pues no ofrecen más que algunos detalles, digamos de ambientación) su falta de repercusión en el desarrollo argumental llevan a concluir que si no estuvieran ahí todo ocurriría básicamente de la misma manera, y ya que estamos "mezclando" dos mundos independientes, como son el de Drácula y el de Jack el Destripador... ¿por qué añadir otro elemento ajeno a esta mezcla que tampoco resulta clave?

      Por lo demás, una entretenidísima novela de vampiros ubicada a finales del siglo XIX, repleta de acción y terror, que además funciona perfectamente como continuación (alternativa) del clásico de Bram Stoker, con Drácula como definitiva personificación del mal.

      Finalmente, no quiero terminar esta reseña sin señalar que la portada de Daniel Expósito Zafra me ha parecido excelente, así como el diseño de los títulos pertenecientes al sello "Monsters Unleashed". No cabe duda que el aspecto de este libro consigue vendértelo antes de que la historia de Miguel Ángel Naharro te confirme que has hecho una buena compra.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Star Trek Voyager: Fisuras (Action Tales)

      La mayor parte de las historias que he escrito para Action Tales pueden enmarcarse dentro de la ciencia ficción, un género que siempre me ha gustado y con el que me siento muy cómodo a la hora de ponerme a teclear delante de un ordenador. Ejemplos de este tipo de historias en la página (escritas por mí, quiero decir) podría poner muchos, pero hoy vengo a presentar la que considero más "pura" al no recurrir a toques de aventura o acción para "aligerar" el conjunto, como he hecho en otros tantos casos. 

      Star Trek Voyager es una de las aportaciones más importantes de Miguel Ángel Naharro (Doc Banner) a la página de Action Tales; una serie para la que ha escrito un total de 27 números más dos anuales, estructurados en forma de temporadas que vendrían a continuar la serie de televisión allí donde se quedó. Y bueno, a pesar de no haber visto un solo capítulo de ST Voyager en mi vida, debo decir que me enganché rápidamente a las historias de Doc hasta el punto de que después de seguir las aventuras de la USS Voyager durante todos estos años, conozco a sus tripulantes como si no me hubiera perdido ninguna de sus temporadas televisivas.

      No es de extrañar por tanto que cuando Miguel Ángel me ofreció hace ya un tiempo la oportunidad de participar con algún relato corto en el que sería un muy especial #25 de la serie (número redondo, y además conclusión de una de sus sagas más ambiciosas: Las Guerras Borg), aceptara sin rechistar, y fue así como Fisuras apareció publicado como complemento de ese número, en el que sería mi único contacto hasta la fecha con el universo Star Trek.

      Fisuras es posiblemente mi relato menos complaciente con el lector, donde reconozco que mi objetivo principal fue darme el gusto de escribir una historia de ciencia ficción pura y sin concesiones, pero aún así siempre he confiado en que los amantes de este tipo de relatos también disfrutaran con él.

      La historia comienza tal que así:

    Reginald Barclay trató de reducir el ritmo acelerado de su respiración mientras caía lentamente hacia la superficie del pequeño planeta sin atmósfera. La distancia que separaba a la Delta Flyer II del suelo apenas superaba los doscientos metros, pero al ingeniero de diagnóstico de sistemas de la USS Voyager le resultaba muy difícil hacerse una idea de su avance, sumido como estaba en la oscuridad más absoluta.

      El planeta, poco mayor que la luna terrestre, orbitaba alrededor de una enana marrón, cuya luz tan débil como difusa era incapaz de proporcionar la visiblidad con que suele contar cualquier sistema planetario estándar. A medio camino entre una pequeña estrella y un gigante gaseoso de características similares a Júpiter, la enana marrón se mostraba como una modesta esfera iridiscente, apenas distinguible en el negro firmamento estelar.

      Mientras seguía cayendo en una gravedad cercana a cero, Reginald trató de localizar el lugar hacia el que se dirigía: un pequeño complejo científico situado al pie de una montaña de varios kilómetros de altura, que en circunstancias normales hubiera destacado en la penumbra planetaria, debido a las numerosas hileras de luces rojas y blancas que delimitaban su estructura semiesférica. Sin embargo, los focos de luz, al igual que los restantes dispositivos electrónicos con los que contaban aquellas instalaciones, habían interrumpido su actividad de forma simultánea tras el accidente.

     Reginald Barclay tocó suelo sin llegar a ver su destino en ningún momento. Por un instante miró hacia arriba, buscando alguna señal de la Delta Flyer II, pero la distancia que le separaba de la nave que le había traído hasta allí era demasiado grande como para que pudiera apreciar los débiles puntos de luz que marcaban su posición.

         -¿S-sigues ahí, T-Tom? –preguntó al transmisor incorporado en su traje.
       -Aquí sigo, Reggy –contestó el otro desde la Delta Flyer II. –¿Has llegado ya a la superficie?-.
        -S-sí, a-acabo de hacerlo. A-aún no veo n-nada, pero seguiré las indicaciones del dS-metro para guiarme-.
       -Ya sabes que el Invernadero 8 no debe estar a más de cinco minutos de donde te encuentras, Reginald-.
          -L-lo sé, Tom-.
           -Suerte compañero. A partir de ahora te quedas solo –concluyó Tom Paris.

         ¿Por qué ha tenido que decir eso?, pensó Reginald tragando saliva con dificultad.

      Reginald Barclay se detuvo entonces a observar la pequeña circunferencia de color verde que había aparecido en la parte interna de su visor nada más pisar el suelo del planeta: una delgada línea azul la cruzaba de parte a parte, variando su ángulo en función de la dirección hacia la que él girase la cabeza. Era el dS-metro, o contador de entropía, y en aquel momento era el único sistema que podía guiarle hasta el complejo científico que debía localizar.

Continúa en Star Trek Voyager #25

martes, 19 de noviembre de 2013

Pantheon (Lone Star)


     Si hay un cómic por el que se conoce a Bill Willingham, ése es sin duda Fábulas, la serie de Vertigo  que inició su andadura en 2002 y que con el paso del tiempo ha terminado convirtiéndose en toda una franquicia con series, miniseries, novelas gráficas e incluso libros asociados. Sin embargo, este autor no había salido de la nada en aquel entonces, y antes de triunfar con su personal interpretación de los cuentos populares ya había demostrado sus dotes como artista, tanto en su faceta de guionista como de dibujante, en diferentes cómics desde la década de los ochenta. Precisamente, hoy vengo a reseñar uno de esos cómics, no demasiado conocido y aún inédito en este país: Pantheon.

      Pantheon es una maxiserie de 13 números publicada por la editorial Lone Star Press entre 1998 y 2004 de forma un tanto irregular, con guiones de Bill Willingham y dibujos de Mike Leeke y Paul Ryan, principalmente. Una recreación de los más genuinos universos superheroicos, en la que abundan todo tipo de personajes disfrazados; algunos de ellos casi un calco de otros ya existentes (como Batman o el Capitán América), y otros más originales, destacando sobre todo varios de los villanos, con poderes realmente curiosos. Y bueno, según nos revela el guionista en el primer número, su propósito con este cómic era contar la última gran aventura del principal grupo de héroes de este universo obviando sus numerosos años de historia pasada, que o bien se ocultan al lector, o bien se mencionan ofreciendo sólo algunos retazos durante el transcurso de la historia.

      El concepto no es nada original, y esto mismo se ha hecho ya tantas veces y de forma tan parecida durante la última década, que a punto estuve de abandonar la lectura después del primer número (cada vez que me topo con una nueva versión/homenaje/plagio de los Vengadores o la Liga de la Justicia empieza a picarme todo el cuerpo). Sin embargo, pasar de Pantheon hubiera sido un gran error por mi parte, porque se trata de un cómic realmente bueno, en el que partiendo de personajes y conceptos más que trillados, Willingham desarrolla con mucho acierto una historia sólida y en muchas ocasiones sorprendente, que se niega a caer en los tópicos del género, e incluso se permite concluir con cierta carga metalinguística que se convierte en la guinda del pastel. Todo ello aderezado con pequeñas dosis de mala leche, que una vez más, sorprende al lector por lo inesperado.

      En definitiva, aunque no voy a afirmar que éste sea un cómic de superhéroes perfecto (algún detalle, sobre todo al final, no queda tan bien resuelto como debiera), sin duda es uno a destacar por encima de la media. Así que si os gustan los tebeos de supers, pero empezáis a sentir fatiga por tanto evento superestirado y vacío en el que todo cambia para seguir igual, ¡éste es vuestro cómic! Estoy casi seguro de que no os defraudará.

      Y en lo que se refiere al dibujo... Bueno, en este apartado hay que ser un poco paciente, sobre todo durante la primera mitad de la maxiserie, porque Mike Leeke hace un trabajo bastante descafeinado. Además, aunque se publicó en blanco y negro, el dibujo no se realizó pensando en este detalle y las páginas piden a gritos unos colores que les den mayor entidad. En cualquier caso, la llegada de Paul Ryan hacia el final supone una sensible mejora  en el conjunto.

      En 2008 se publicó el primer tomo de Pantheon recopilando los primeros seis números coloreados para la ocasión, pero lamentablemente nunca llegó a aparecer el segundo, así que si he convencido a alguien de que éste es un cómic que debería leer... um, mala suerte; vais a tener que tirar de medios alternativos, porque los ejemplares de esta maxiserie no son fáciles de conseguir en su edición original, y la hispana no existe.

      Oooooooooh...