Hace unos meses presentaba en una de las primeras entradas de este blog al Universo MDC-717 de Action Tales (realidad alternativa en la que conviven todos los personajes Marvel y DC, juntos pero no revueltos), aprovechando la misma para indicar los diferentes números (de diferentes series) en los que este universo aparece como protagonista absoluto de la historia (para conocer más datos, consultar aquí).
Mi participación en todas las historias que forman parte de este subsello de Action Tales ha venido marcada, sin duda, por la diversión a la hora de mezclar la mayor cantidad de conceptos Marvel y DC posibles sin ningún tipo de complejo, así como por la búsqueda de la aventura total en relatos de ritmo frenético con pocas pausas para recuperar el aliento. La verdad es que no sé si conseguí cumplir mi objetivo en todos los casos, pero de lo que sí estoy seguro es de que la mini-saga de dos números Doom War que escribí para Los 4 Fantásticos #12 y #13 fue lo más cerca que estuve de lograrlo (con la ayuda de Juan Andrés Campos, autor de las dos portadas correspondientes).
Así, con la excusa de que Francisco Corbacho, autor de los once números anteriores de la serie, había concluido su último episodio con el Doctor Extraño de un universo paralelo pidiendo la ayuda de los 4 Fantásticos (varados en el Limbo) para derrocar al Doctor Muerte de su mundo, planteé una historia en dos partes en la que introduje los elementos más molones que uno pueda introducir en un relato (de manera argumentalmente justificada, por supuesto): viajes a realidades alternativas, viajes en el tiempo, magia, el Doctor Muerte, Batman, zombis, ¡y Reed Richards metido por el culo de un Capitán Britania ameboide! (con fines terapéuticos). O sea... ¿qué más se podía pedir?
Como suelo hacer en estos casos, aquí os presento el comienzo de la primera parte de Doom War, con el sano objetivo de picar a algún incauto para que siga leyendo la historia:
-¡Es la hora de las tortas! –gritó la Cosa lanzando un fuerte puñetazo contra el rostro del Capitán Britania, que hizo que éste atravesara la gruesa pared metálica del Anexo de Comunicaciones.
-¡Ve tras él, Ben! –intervino la Mujer Invisible, concentrada en mantener la integridad de su campo de fuerza. -¡No permitas que se acerque a Reed de nuevo!-.
Mi participación en todas las historias que forman parte de este subsello de Action Tales ha venido marcada, sin duda, por la diversión a la hora de mezclar la mayor cantidad de conceptos Marvel y DC posibles sin ningún tipo de complejo, así como por la búsqueda de la aventura total en relatos de ritmo frenético con pocas pausas para recuperar el aliento. La verdad es que no sé si conseguí cumplir mi objetivo en todos los casos, pero de lo que sí estoy seguro es de que la mini-saga de dos números Doom War que escribí para Los 4 Fantásticos #12 y #13 fue lo más cerca que estuve de lograrlo (con la ayuda de Juan Andrés Campos, autor de las dos portadas correspondientes).
Así, con la excusa de que Francisco Corbacho, autor de los once números anteriores de la serie, había concluido su último episodio con el Doctor Extraño de un universo paralelo pidiendo la ayuda de los 4 Fantásticos (varados en el Limbo) para derrocar al Doctor Muerte de su mundo, planteé una historia en dos partes en la que introduje los elementos más molones que uno pueda introducir en un relato (de manera argumentalmente justificada, por supuesto): viajes a realidades alternativas, viajes en el tiempo, magia, el Doctor Muerte, Batman, zombis, ¡y Reed Richards metido por el culo de un Capitán Britania ameboide! (con fines terapéuticos). O sea... ¿qué más se podía pedir?
Como suelo hacer en estos casos, aquí os presento el comienzo de la primera parte de Doom War, con el sano objetivo de picar a algún incauto para que siga leyendo la historia:
-¡Es la hora de las tortas! –gritó la Cosa lanzando un fuerte puñetazo contra el rostro del Capitán Britania, que hizo que éste atravesara la gruesa pared metálica del Anexo de Comunicaciones.
-¡Ve tras él, Ben! –intervino la Mujer Invisible, concentrada en mantener la integridad de su campo de fuerza. -¡No permitas que se acerque a Reed de nuevo!-.
-Eso está hecho, Sue-.
Dicho lo cual, el héroe de piel rocosa saltó hacia la sala contigua, a través del agujero abierto por Brian Braddock.
Meggan, que había permanecido en un segundo plano mientras su marido asumía la responsabilidad de sancionar aquella infracción transdimensional, cambió entonces de forma para convertirse en una amenazadora criatura de alas correosas que voló directamente hacia donde yacía el cuerpo indefenso de Mr. Fantástico.
Dicho lo cual, el héroe de piel rocosa saltó hacia la sala contigua, a través del agujero abierto por Brian Braddock.
Meggan, que había permanecido en un segundo plano mientras su marido asumía la responsabilidad de sancionar aquella infracción transdimensional, cambió entonces de forma para convertirse en una amenazadora criatura de alas correosas que voló directamente hacia donde yacía el cuerpo indefenso de Mr. Fantástico.
-¡Johnny! –gritó ahora la Mujer
Invisible con la frente perlada por el sudor.
Exclamando su habitual ¡llamas a mí!, la Antorcha Humana
interceptó a Meggan en mitad de su trayectoria, y como respuesta, la mutante
inglesa transmutó su piel en una aleación orgánica de material ignífugo, para
enzarzarse seguidamente en una violenta pelea contra el miembro más joven de
los 4 Fantásticos.
Susan Storm volvió entonces a
centrar todos sus esfuerzos en mantener la estabilidad corporal de su marido,
que se encontraba a su lado conectado a una enorme maquinaria cúbica, a través
de una serie de cables insertos directamente en su cabeza. Reed Richards se
retorcía presa de las convulsiones, de forma que sólo el campo de fuerza que
había creado la Mujer Invisible a su alrededor conservaba ya su apariencia
humana.
A un metro por encima de sus cabezas, una pantalla digital mostraba la palabra “Descargando...”, seguida de un porcentaje que incrementaba lentamente su valor: 84%... 86%... 88%...
A un metro por encima de sus cabezas, una pantalla digital mostraba la palabra “Descargando...”, seguida de un porcentaje que incrementaba lentamente su valor: 84%... 86%... 88%...
Lo cierto era que la situación se le
había ido de las manos al cuarteto fantástico, y lo que en un principio debía
haber sido una breve incursión en aquella realidad alternativa para recabar
información, había degenerado en un conflicto interdimensional con la llegada pocos
minutos antes del Capitán Britania y su esposa Meggan; ambos autóctonos de este
universo.
-Este enfrentamiento no nos lleva a
ningún lado, Grimm –trató de hacerse escuchar Brian Braddock mientras seguía
intercambiando golpes con la Cosa en el interior de lo que parecía ser una
amplia sala de reuniones. A su derecha, el ventanal que ocupaba toda una pared
de la estancia les mostraba el árido paisaje lunar bajo la impresionante imagen
de la Tierra suspendida en la negrura del firmamento estrellado.
-Tienes razón, rubiales. Si os
largáis por donde habéis venido, ni siquiera os guardaré rencor –contestó la
Cosa agarrando uno de los muchos sillones esparcidos por el suelo (uno con la
silueta de un murciélago grabada en su parte posterior), para estamparlo contra
el torso de su oponente. Como consecuencia, el Capitán Britania salió disparado
hacia una mesa circular de grandes proporciones colocada en el mismo centro de
la sala, en cuya superficie habían seregrafiado un vistoso logotipo con tres
siglas.
Brian Braddock se levantó
rápidamente sacudiéndose el polvo y las astillas de madera que se habían posado
sobre su uniforme:
-Tu resistencia no hace sino agravar
la situación, Grimm. Esta realidad ha sido declarada en cuarentena por la
mismísima Roma, Guardiana Omniversal, y no está permitida ni la entrada ni
salida de ella. Como ya os he dicho antes, debéis acompañarme a Otromundo para
responder de vuestro delito-.
-¿Delito? Hemos venido hasta aquí
para liberar a este mundo de la dictadura de Muerte, y de paso, patearle el
culo al viejo Víctor. ¿Eso es un delito?-.
-Ben Grimm de Tierra 616: estoy
seguro de que vuestras intenciones son nobles, pero no sabéis a qué os
enfrentáis. El Dr. Muerte de esta realidad se ha hecho demasiado poderoso, y
representa una amenaza para todo el Omniverso. Este mundo ya se ha perdido; no
permitiremos que otros le sigan-.
-Pierdes el tiempo conmigo, Capi. No
soy Reed, y no vas a convencerme de nada con esas teorías sobre el equilibrio
cósmico y demás zarandajas. Para mí, todo esto se reduce a una cuestión
muy sencilla: Muerte ha sacado los
pies del tiesto, y nosotros vamos a darle de hostias hasta que vuelva a
meterlos dentro. Punto y final –concluyó la Cosa arremetiendo otra vez contra
Brian Braddock, que ya le esperaba en posición de combate.
Mientras tanto, la pelea entre la
Antorcha Humana y Meggan crecía en intensidad a pocos metros de distancia, en
el Anexo de Comunicaciones. La multiforme se encontraba cada vez más cerca de
Reed y Sue, cambiando constantemente de forma para tratar de aturdir a la
Antorcha con un repertorio casi infinito de apariencias, que sólo conservaban
la piel ignífuga como característica común.
El porcentaje del panel digital
seguía ascendiendo paulatinamente, hasta que por fin...
... 96%... 98%... 100%. Descarga
completada.
-¡Stephen! –gritó la Mujer Invisible
de inmediato, mientras tomaba en sus brazos el cuerpo repentinamente fláccido
de su marido.
Acto seguido, surgió un disco de
brillante luz blanca bajo cada uno de los miembros de los 4 Fantásticos,
transportándolos muy lejos de aquella realidad.
Brian Braddock se reunió entonces
con Meggan junto a la maquinaria cúbica donde hasta hacía sólo unos instantes
había estado conectado Reed Richards.
-Han huido al Limbo –sentenció el
Capitán Britania leyendo los datos ofrecidos por un pequeño dispositivo que
llevaba sujeto a la muñeca izquierda.
-En ese caso se encuentran fuera de
nuestra jurisdicción, Brian –apuntó la multiforme. -¿Qué hacemos ahora?-.
-Volver a Otromundo e informar a Roma
de lo ocurrido. Debemos prepararnos para el regreso de Richards 616 y su
grupo-.
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