viernes, 28 de febrero de 2014

"Sherlock Holmes y los zombis de Camford" de Alberto López Aroca

      No han sido pocos los libros que han ido surgiendo durante estos últimos años en los que los personajes más conocidos de la literatura universal cruzan sus caminos con el monstruo estrella de este comienzo de siglo XXI: el zombi. Desde recreaciones de los clásicos en las que se "remoza" el texto original con la inclusión de muertos vivientes por doquier, como es el caso de Orgullo y Prejuicio y Zombies (¡y ninjas!), hasta versiones más libres con diferente grado de fidelidad a la historia de partida, como las que podéis encontrar en la antología Érase una veZ que ya reseñé aquí.

      Nadie negará que Sherlock Holmes es uno de los personajes más populares que existen, no sólo de la literatura universal sino directamente del imaginario colectivo; uno de esos personajes que todo el mundo conoce aunque no haya leído ninguna de las historias que protagonizó, o incluso haya ignorado hasta la última de las películas o series de televisión en las que ha aparecido (que no han sido pocas). Sherlock Holmes es famoso y lo único que cabía preguntarse en este caso no era "si" sino "cuándo" iba a publicarse un libro en el que el mejor de los detectives compartiera escenario con estos entrañables monstruos (en castellano, porque en inglés ya existen varios ejemplos).

      A comienzos de 2011, Dolmen Editorial publicó dentro de su Línea Z la novela Sherlock Holmes y los zombis de Camford escrita por Alberto López Aroca, y ya de entrada, podéis ignorar los dos párrafos anteriores que he escrito a modo de introducción, de la misma forma que este autor ignoró cualquier idea preconcebida que pudiera hacerse algún lector incauto sobre lo que iba a encontrar en este libro. A pesar de lo que pueda indicar su título, ésta no es exactamente una novela "de zombis", y de hecho, ni siquiera "de Sherlock Holmes"; yo diría que por encima de todo, es una novela "de Alberto López Aroca", y todo lo demás gira alrededor de esta circunstancia.


      La historia que se cuenta en este libro se plantea como una continuación directa de uno de los relatos de Arthur Conan Doyle incluido en El Archivo de Sherlock Holmes: La aventura del hombre que reptaba. Un relato que no es necesario leer antes de abordar su lectura (el autor ya se encarga de resumir los hechos más importantes del mismo en el primer capítulo), pero que sin duda la enriquece (por no mencionar que cualquier excusa es buena para leer un relato de Sherlock Holmes escrito por Doyle). Y partiendo de los cabos sueltos que detectó Alberto en aquel relato, y dejando volar su imaginación (pero mucho), nuestro autor monta una fantástica (subrayemos este término) aventura en la que los zombis, algunos personajes clásicos del cómic británico y una conspiración militar/gubernamental campan a sus anchas acompañados por mil y una referencias literarias más que contribuirán a la construcción de una excelente (e intensa, y excesiva por momentos) historia que difícilmente dejará a nadie indiferente.

      ¿Qué puedo decir? Me ha encantado. Me gusta el comienzo, respetuoso con el planteamiento arquetípico que uno suele asociar a las aventuras protagonizadas por Sherlock Holmes. Me gusta el modo de introducir el elemento zombi asociándolo a una historia anterior de Doyle (y que por tanto forma parte del canon), bien justificado y con una presentación habitual en este tipo de relatos de infectados, aunque ligeramente transfigurada por el filtro victoriano. Me gusta la manera en que "salta el argumento por los aires" con la introducción a saco de los protagonistas de algunos de los cómics británicos más famosos, hasta el punto de relegar a los zombis (e incluso a Sherlock Holmes) a un segundo plano. Me encanta el narrador, Otis Mercer; he disfrutado muchísimo con la caracterización de este personaje ("La pobreza consigue que las peores pesadillas se hagan realidad; la riqueza consigue lo mismo, pero por encargo"), y pienso que se luce especialmente al interaccionar con el doctor Watson. Y por supuesto, me gusta cómo se enlaza todo al final haciendo confluir a los personajes en un explosivo fin de fiesta donde todos ellos representan el papel que tenían asignado, y nada queda sin resolver.

      Por otra parte, mientras que en Necronomicón Z (también de este autor, y ya reseñada aquí) sentí mientras leía que me estaba perdiendo la mayor parte de las referencias lovecraftianas incluidas (sin que esto se convirtiera en un impedimento para disfrutar de ella, eso sí), creo que en esta ocasión he pillado un porcentaje mucho mayor de las mismas, gracias a mi afición a la ciencia ficción de segunda mitad del siglo XIX, principios del XX, y al hecho de que yo crecí leyendo esos cómics cuyos personajes casi llegan a apoderarse de la presente novela. Sin duda, se me habrán escapado multitud de detalles que no habré sabido identificar (imposible captarlo todo en una novela de Alberto López Aroca), pero en este sentido, he quedado bastante satisfecho conmigo mismo.

      Si tuviera que señalar un defecto en Sherlock Holmes y los zombis de Camford, creo que el más evidente, en mi opinión, sería uno que considero ajeno a la novela en sí misma, pero no por ello menos importante: ni la línea editorial en la que fue encajada ni el título la ayudan lo más mínimo. El lector que empiece a leerla porque forma parte de la Línea Z y aparece el término zombi en el título, es más que probable que termine defraudado con el tipo de historia que se va encontrar aquí; y el lector que la elija por tratarse de un pastiche de Sherlock Holmes (si es que llega a superar su rechazo inicial a que un personaje tan querido por él -o ella- se mezcle con esos monstruos que están tan de moda), pues tampoco creo que encaje demasiado bien el modo en que esos advenedizos personajes de cómic que simbolizan el relevo generacional asociado a la llegada del nuevo siglo se hacen con la historia en detrimento de nuestro querido detective (como si los zombis no fueran ya suficientes roba-planos). Y bueno, si a esto le unimos el hecho de que estos personajes de cómic no son los más famosos del mundo precisamente y que quizá no resulten reconocibles para el lector medio, es más que probable que esa mezcla tan heterogénea (y excéntrica) que forman provoque el rechazo de algunas cándidas almas lectoras al encontrarse con ellos en mitad de la novela.

      En definitiva, y concluyendo ya esta reseña que podría alargar si quisiera analizar esta novela con más detalle (que no quiero, por el tiempo excesivo que esto me llevaría y porque prefiero que la descubráis vosotros mismos), recomiendo su lectura (absorbente y divertidísima) sin dudarlo, pero al mismo tiempo aprovecho para dejar aquí mi aviso para navegantes (lectores): olvidad vuestras expectativas al acercaros a Sherlock Holmes y los zombis de Camford y limitaos a dejaros llevar de la mano de Alberto López Aroca por ese mundo de fantasía desbordante y sin prejuicios que habita dentro de su cabeza. No os arrepentiréis.

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