viernes, 8 de noviembre de 2013

Flash: Punto de Partida (Action Tales)

      Tras Green LanternFlash ha sido la segunda serie de Action Tales en la que más números he participado, concentrándose casi todos ellos en dos sagas: Utopía Perdida (Flash #3-8) y La Última Carrera de Wally West (Flash #15-17). Sin embargo, en ninguno de estos dos casos escribí un solo episodio en solitario, limitándome a ejercer la labor de "argumentista" tanto en la primera de ellas, en colaboración con Imanol, como en la segunda con Roberto Cruz. El único número de Flash del que he sido único responsable fue precisamente el primero de la serie, que por una carambola del destino me tocó escribir con el objetivo de presentar el personaje y su entorno a los lectores de Action Tales, antes de lanzarnos a contar aventuras más ambiciosas.

      La historia del Flash #1 es muy sencilla y ni siquiera demasiado extensa, pero aún hoy pienso que cumplió bastante bien el objetivo que nos habíamos marcado, y además me divertí muchísimo escribiéndola, así que... ¿qué más puedo pedir?

      A continuación, el comienzo de este número...


- Me llamo Wally West. Soy Flash...-.
- ...¡el hombre más rápido del mundo!- corearon una decena de voces infantiles.
Rodeado por un grupo de niños muy exaltados de entre cinco y seis años, Wally dirigió una última mirada suplicante hacia la puerta de la clase. A través del cristal, pudo ver a su esposa Linda alzando los pulgares en señal de ánimo, mientras se alejaba por el pasillo.
Wally volvió sus ojos hacia el interior de la clase, cambiando su percepción de forma inconsciente a modo “ultrarrápido”. Aun permaneciendo en reposo, podía percibir el mundo exterior con sus sentidos adaptados a una velocidad cercana a la luz, siempre que lo deseaba.
En este modo de percepción todos los objetos y personas que le rodeaban quedaban congelados mientras Flash vivía los nanosegundos como si de minutos se tratase. El efecto era muy similar a moverse en algún tipo de foto tridimensional.
Sentado en un taburete de color azul intenso, observó a su derecha la robusta figura de la profesora Rachel Williams, una vieja amiga de Linda que había conseguido convencerle para participar en una de sus clases de preescolar. Su rostro sereno mostraba una mezcla de bondad y firmeza que la convertían en la maestra más querida por sus alumnos.
Al mirar hacia delante, Wally se reencontró con los ojos expectantes y sobreexcitados de los pequeños, que le observaban con curiosidad en estado puro; catorce en total, según le había informado Rachel al llegar, sentados frente a él sobre cojines multicolores.
En la pared del fondo, cubriendo por completo la superficie que quedaba libre entre dos grandes armarios, habían colocado un buen número de dibujos de Flash, pintados por los niños en cartulinas de diferente tamaño.
Por encima de los dibujos que retrataban al velocista escarlata, colgaba una larga tela de un armario al otro, en la que podía leerse con grandes letras rojas: “Bienvenido Wally”.
Está bien, pensó con resignación, vamos allá.
En el mismo instante en que regresaba al modo de percepción “normal”, Rachel se dirigió a sus alumnos:
- Muy bien, niños. ¿Quién quiere hacerle una pregunta a Wally?-.
Unas veinte manos se levantaron rápidamente al unísono (varios de ellos habían alzado sus dos brazos).

La clase continúa en Flash #1

2 comentarios:

  1. Siempre diré lo mismo: me parece una historia totalmente deliciosa. El que no conozca a Flash o a Wally West y no sienta simpatía por él nada más terminar de leer este relato tiene el corazón como una piedra. Viendo este resultado ¿cómo habría sido una serie escrita por tí con este personaje? Siempre nos quedaremos con las ganas de averiguarlo pero supongo que habría disfrutado de ella tanto como de esta historia...

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  2. ¡Gracias Roberto! No sé cómo me hubiera desenvuelto yo solo escribiendo Flash (es más fácil "acertar" con un número autoconclusivo que con una etapa entera en una serie regular), pero lo que sí puedo afirmar es que he disfrutado mucho escribiendo los argumentos de los números en los que he participado, además de con el intercambio de ideas con mis compañeros de oficio (tanto con Imanol como contigo).

    Por cierto, que se me ha olvidado comentar que esta historia tiene el "honor" de ser el relato que más rápido he escrito nunca (poseído por el espíritu del mismísimo Flash, supongo): ¡en un fin de semana! (no como ahora, que necesito entre dos y tres meses para tener medio terminado uno).

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